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EL PECADO DEL AMOR




 
 

Estar detenido en esa esquina hasta que la palabra soledad te estremece es un pecado. Una burla a cuantas cartas he escrito para adoptar el corazón de ella en mis brazos. No sé hasta que punto puedo describir tus gestos, o ese simple apretón de manos que se escurre por mi perplejidad. No sé hasta cuando podré resistir no escribir tu nombre como grafitti de arena en el tiempo y es que resulta incómodo escuchar tus palabras cuando descubren mi rostro ajeno, mi serenidad confundida con aquellas historias terribles de otras conquistas. no soy el destino, no soy esa pausa donde puedes encender la vela despreciativa, la misma que hace alejar aquellos espíritus imberbes que jamás penetran hasta la soledad.
 

De qué soy culpable: de escribir tu nombre con miel y azúcar, de llegar a tu vida y cubrir todas tus grietas con abrazos y besos, a eso llamas un destino equivocado, a eso llamas inocencia desterrada.
 

Yo no sé por qué te empeñas en buscar mis huellas inexistentes, por qué temes mi llegada desde aquella esquina donde no hay lámparas de gas encendidas y a donde las banderas ondean en la quietud de una maldición. No se por qué te empeñas en encontrarme detrás del ultimo beso que has recibido si mis labios no han pronunciado ese gesto inequivoco de amor.
 

Acaso dejas que la culpa martillada en tu recuerdo lascere esos nuevos pensamientos y no permita que tus manos comiencen a moldear mi destino, acaso soy esa sombra que ahuyenta los milagros en noche de viernes y que siempre has estado pendiente de arrojarla de tu vida como si fuera una maldición mal pronunciada.
 

No corazón, no soy ese pecado iluso que se borra de una palabra santa, no soy esa manzana escondida que se muerde para descubrir que el sabor sigue siendo el mismo desde el último mosdizco, no soy aquel hombre repetido en muchos hombres y que busca penetrar tus intimidades para después esconderse detrás de un recuerdo.
 

Yo soy quién te busca para eternizar tus besos, para despojar tu corazón de malos hechizos, para gritar tu nombre desde cualquier altavoz aunque este prohibido, en definitiva la palabra amor es delito cuando no se puede saborear, cuando no puedes escribir el nombre de tu amada sin que tu corazón palpite de alegrías
 

Yo soy quien está sentado en esta esquina del tiempo esperando a que te decidas a llegar y darme un beso de buenas noches y dormirte en mi abrazo para despertar como amantes con un destino dibujado por el amor...
 

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