De sobra es conocido que el estado es el ente que rige una sociedad y dicta el rumbo económico más beneficioso para sus ciudadanos. Es imposible mantener la estabilidad económica de un estado si se aparta la economía de las pequeñas industrias o negocios, si se les exige una mayor aportación tributaria. Por ello la política estatal debe ser dirigida a mantener un control sobre este sector económico del país, debe controlar su crecimiento, debe aportar los créditos para su funcionamiento y supervivencia, debe crear medidas tributarias que fomenten su desarrollo, debe ofrecer asesoramiento para el buen funcionamiento de sus finanzas y por último debe ofrecer estímulos importantes para que este tipo de economía social aporte fuentes de empleos seguras y estables.

La sociedad cubana está diseñada en la actualidad para monopolizar la economía. Es un estilo que viene arrastrando por más de cuarenta años y que, en ningún momento de su historia, ha tenido éxito de algún tipo. Controlar toda la producción de una sociedad es dañino para el producto final, para su calidad, para su diseño, para su producción. No existe un control estricto en cuanto a mantener una estructura viable, lo que influye notablemente para que se desperdicien muchos recursos que pueden ser empleados para garantizar el éxito de otra producción.

La garantía laboral del estado cubano en cuanto a la protección del trabajador es viable en un sector privado. Crear una legislación que demande a los empleadores a mantener una política de protección laboral mediante un contrato donde se incluyan todas las garantías que ofrece la ley, crearía en la fuerza laboral un estimulo para evitar la migración de empleo, para el crecimiento económico de la sociedad y, por supuesto, el saneamiento de las finanzas estatales.

Que el estado cubano se abra a una economía de mercado, una economía que se rija por las normas de calidad, diseño, diversidad y una constante inversión para el mejoramiento de su productividad traería al devastado tesoro nacional una recuperación tan necesaria para el desenvolvimiento de la sociedad.

Abrir la sociedad cubana al sector privado es una tarea sencilla. Permitir la apertura de pequeñas y medianas empresas es una necesidad que se viene formulando a través de la constante crisis económica y social del país. El estado debe con urgencia crear una nueva legislación donde pueda plasmar las leyes que abran esta cerrada economía al mercado privado. Debe crear los mecanismos de préstamos para apoyar la apertura de estas empresas en aquellos sectores donde la población no ofrezca interés en invertir y que, por necesidades del estado y de algunos sectores públicos y privados se necesite este tipo de producción.

El estado debe crear una ley tributaria que permita el control real de la producción y que favorezca el desarrollo de la economía. El estado debe evitar la imposición de altas tasas de tributo para evitar que los empleadores evadan sus pagos reales por el encarecimiento de sus productos. El estado debe controlar que esta ley tributaria no beneficie a algunas empresas y deje desprotegidas a otras. Debe dar incentivos por la contratación de jóvenes, por la capacitación de personal, por el aporte a la salud, la educación, el deporte y la cultura y debe dar incentivos especiales para que las empresas contraten a personas discapacitadas y ancianos de la tercera edad que, por regla general de todas las sociedades son los grupos más afectados.

El Estado debe impedir la contratación o uso de menores en cualquiera de estos empleos, incluso si son familiares de los propietarios. El estado debe velar para que los niños tengan una salud y una educación adecuada y por lo general esta “ayuda” se aprovecha para contratar menores y pagarles salarios bajos escudándose en que son familiares.

Una vez creada la legislación el estado debe estimular la apertura de fábricas, talleres, tiendas, mercados con los recursos propios de la población o con préstamos a través de las instituciones financieras. El estado también podrá aprovechar la infraestructura que posee y ponerla a la venta para que, de esta manera recibir compensación económica por la inversión que, con anterioridad hizo en estas propiedades.

El paso de la economía socialista a una economía de mercado real personalizada para el pueblo de la Isla ayudará al desarrollo económico de la sociedad. Un rediseño de todas las políticas sociales puede ser la clave del éxito económico y evitará que planes sociales que se pueden estar ejecutando sean abandonados y crear nuevos planes sociales con los recursos que ya no se están invirtiendo en estas empresas que ahora son propiedad privada.

El pretexto del gobierno para evitar que este tipo de economía sea establecida es la desigualdad económica que puede generar. Es cierto que este tipo de economía genera riquezas en un grupo de la sociedad, pero bien establecida la legislación el sector más pobre recibirá beneficios que no recibe en la actualidad, lo que representará un mejoramiento social, en cuanto a los nuevos ricos no representan un desbalance mayor que el que existe en la sociedad cubana actual.

El verdadero miedo del gobierno cubano es que una economía de mercado representa un peligro real para su ideología la cual plantea sus bases en prácticas contrarias al flujo de capital y por otra parte, el gobierno tiene miedo a perder el control que tiene en la actualidad de la población a través de la necesidad económica.

No sé cuáles serán las medidas que tomará el gobierno de Cuba para salir de la crisis económica que ya tiene más de 50 años, lo que sí puedo decir es que es más importante el bienestar social y económico de un pueblo que la supervivencia de un régimen social.